jueves, 2 de abril de 2020

El autismo en mi vida

Hoy es el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. Hace un año, Sebastián fue diagnosticado con Asperger, que ya no se le dice así y está dentro del espectro autista. Fue una lucha constante, de opiniones diversas, de tratamientos opuestos, pero, casi todas, con el mismo diagnóstico.

Encontrar un centro que se adaptara a nuestras necesidades y bolsillo fue el primer paso. Después, tener que estar luchando contra los prejuicios de la gente, incluso doctores, que creen pertinente opinar "me vio a los ojos, no tiene autismo", como si fuera tan fácil diagnosticarlo. Y así hay muchísima gente que cree que tiene el derecho a decirte: está muy consentido; le hacen falta unas nalgadas; cuando dejes de darle lo que quiere va a empezar a hablar; es tímido; no tiene amigos porque aún está muy chiquito para ir a la escuela. Y un sinfín de frases sin sentido que tenemos que escuchar todos los días.

Otro reto fue su escuela, hacerle entender a las maestras que no se "porta mal" porque quiere, si no porque su método no checa con su manera de ver al mundo. De estar recibiendo todos los días recados pidiéndome que hable con mi hijo para que haga caso. Uff, ojalá fuera tan fácil como hablar con él.
La terapeuta de S nos dio una serie de recomendaciones para que la escuela aprendiera a tratarlo y hacer que trabajara. Recibí de parte de la directora académica un: "señora, no se preocupe, aquí tratamos a todos igual". ¡Madre de dios, qué espanto! Si lo que necesito es justo lo contrario, que lo traten diferente.

Ser mamá de un hijo no neurotípico es cosa difícil. S tiene un nivel muy leve de autismo, y con eso me siento revasada, admiro muchísimo a las mamás de niños autistas, me sorprendo al ver cómo pueden con todo, aunque también está bien sentirse revasadas por momentos.

Dejemos de criticar a los niños llorones que vemos en la calle, a los berrinchudos, a los callados, a los que no te quieren saludar, a los que pueden parecer groseros. Nunca sabemos qué hay detrás. Mejor critíquense a ustedes y no sean gente horrible.

domingo, 22 de marzo de 2020

Diario de una cuarentena

Decidí convertir mi blog en mi escape de esta cuarentena.

Día 9.

Soy una persona que sufre de ansiedad. No, la ansiedad no es ponerse nervioso, ni esas cosas románticas que suelen poner. La ansiedad hace que mi cabeza vaya al mil por hora y piense 20 escenarios distintos, la mayoría fatídicos de lo que puede pasar si hago tal o cual cosa.

Mi ansiedad en un contexto como este (COVID-19) es lo peor que me ha podido pasar.

Llevo 9 días sin salir para nada, estoy encerrada con mi hijo, leyendo cada que puedo, buscando casos reales, viendo cifras, sufriendo con cada tweet, cada estadística, cada palabra que se relaciona con el coronavirus y todo esto lo hago mientras cuido a mi hijo, lo entretengo, trabajo, hago de comer, aseo un poco la casa...

En el trabajo de mi novio no lo han dejado hacer home office (HDLCH), así que mi ansiedad me obliga a ponerlo en cuarentena. ¿Qué significa? Que cuando llega de trabajar se cambia los zapatos, los que trae los pone en una bolsa, todo lo que trae en sus bolsillos lo pone en el piso, yo lo rocío de Lysol, si quita pantalones y camisa, pasa a lavarse las manos al lavadero (no al baño) limpia su celular con una toallita desinfectante, se vuelve a lavar las manos, se mete a bañar y se coloca su cubrebocas. Duerme en el sillón y limita el contacto con nosotros. Sí, suena extremo, pero más vale. (La ansiedad habla por mí). Agradezco infinitamente cuánto me ama y apoya las acciones que pueden hacer que mi ansiedad baje; además que este protocolo es lo sugerido por las autoridades sanitarias.

No saber qué va a pasar después, cuándo va a terminar y qué tan horrible se va a poner, es lo peor que puede pasarle a una persona con ansiedad. Me preocupa mi mamá, mis suegros, mis sobrinos, mi hijo, mi familia. Desearía que todos pudiéramos parar y encerrarnos, para que no existiera ni un mínimo de riesgo. Me pone mal que los viejitos tengan que salir a conseguir comida para sobrevivir y, al mismo tiempo, ponerse en riesgo de muerte al arriesgarse al contagio.

Odio a los que toman la cuarentena como si fuera un pinche retiro espiritual, esto está de la verga, no sean ridículos, no todos tenemos un piso entero a nuestra disposición para desaburrirnos, mi depa es de 62m2, apenas y cabe nuestro sillón.

Vivir con ansiedad en este contexto está horrible. Llevo 9 días, aún estoy cuerda. Se aceptan sugerencias para manejarla (además de, claramente, dejar de ver noticias y tweets a lo idiota).